Visión social
La falta de humanidad
Hoy en día las crisis abundan más que los ríos, los caudales que la alimentan siempre tienden a ser los mismos sin importar las diferencias sociopolitícas que existan en la región, y obviamente, sin importar que tan nutrida sea la cultura en un país.
Algo falla a nivel global cuando se analizan los órganos sociales, ¿Qué sucedió con la acción social que supieron describir Engels y Weber?; la sociedad siguió su transformación pero ya no con la interacción del hombre como individuo en ella. Creo que a esta altura podemos ver y comprobar que la sociedad se ve afectada y manipulada por los factores externos que antes la motivaban a ser un colectivo de individuos velando por los beneficios de la misma. Ahora la sociedad es un tipo de maquinaria lineal a ciertos códigos que en alza, conforman y subyacen organismos que comprimen y oprimen por el sólo hecho de querer existir y lucrar.
Nos encontramos en éste tipo de sociedad ultra moderna demasiado sensibilizada y escandalosa, procurando hacer valer derechos sólo cuando éstos se ven afectados y corrompidos en individuos especificos. No hay una toma de conciencia colectiva pese a que tanto se trate de alentar y quieran demostrarnos que surgen cambios y se establecen leyes que nos benefician. Comte destacaba que "la instrucción metafísica y literaria ejerce una acción social muy perturbadora en las clases ilustradas, [la cual] se haría mucho más peligrosa si se la extendiera a los proletarios, en quienes desarrollaría, además del disgusto por las ocupaciones materiales, exorbitantes ambiciones".
Ambiciones... ¿Acaso no estamos en presencia de los grandes límites de la ambición?, ¿No son los tiempos en dónde el retroceso social parece plantarse en gobiernos que compran sueños y esperanzas de aquellos creyentes ambiciosos, hambrientos de poder, cegados y dispuesto a todo?.
Fuimos desechando las herramientas del pueblo; primero pasaron los derechos de nuestros niños, expuestos a movimientos socialistas que desentonan con la pureza de una mente infantil. Siguieron los mayores, ya considerados obsoletos, despojados de pequeños capitales que iban a dejarlos subsistir gracias a las asperas manos (que literalmente, la vida les fue dejando) para que el capitalismo y la falta de interés humano pudieran achicarle costos [irreales y exagerados] a naciones que fueron fundadas y sostenidas por esas mismas manos trabajadoras. Más tarde se atentó con los pequeños grupos de diversidad cultural: si, podemos incluir cualquier ideal que conlleve bandera o pañuelo. ¿Para qué?...
Hago mención a éstos trascendentes cambios dado que, mientras estos empresarios "del mal" saceaban su sed de billetes, crecía un monstruo social, un colectivo de la desigualdad, hambriento y desconsolado. El pueblo quedó olvidado por un par de cartas y cuadernos sin valor alguno, en un tablero de ajedrez sin peones ni fichas negras.
Pero como pueblo, se establecieron normas morales de sensibilidad para poder autoabastecerse y compadecerse de sí mismo. Empezaron a marchar, empezaron a democratizar y desburocratizar lo que hacia a la acción social. Queriendo en algunos casos, darle rol y fundamentos a papeles sociales inadecuados; con un gobierno espectador y un dios ausente, la sociedad comenzó una transformación que no la moldeaba para bien si no que, estaban desconfigurando al órgano más importante de su composición: La familia.
No se trata de apuntarle a un sector ni mucho menos, es la visión de la pérdida de fortalezas sociales. La familia es el núcleo social, no importa quienes la conformen, es válida siempre que sea familia. Pero el Estado debió refugiarlas, no desampararlas. Nos introdujeron el temor, antes éste era castigado, hoy las redes apremian fuerzas y apoyan la violencia. Violencia que se encuentra en todo el panorama, visual, verbal, explícita. Violencia que es creada para dividir integrantes: a veces políticamente, religiosa o financieramente. El adoctrinamiento estatal se puso a disposición de cualquier órgano y ente, público o privado.
Con el rompimiento del núcleo, llego el aislamiento, volviendo a la base del individuo y como simples individuos no somos funcionales.
Llegamos al punto de la falta de humanidad.
Y aquí voy... El instinto de supervivencia del individuo retrocedió a su forma primitiva. Perdimos el interés por la ayuda (cuando mencionaba al bloque familiar como núcleo, era por connotación que le da a ésto), desamparamos a nuestra propia sangre porque primero estamos nosotros, dejamos de alimentar a lo que nos produce el gasto no contemplado para la supervivencia. Pero estamos allí tan llenos de falsedad humana; en redes reclamando y apoyando causas ajenas, pero no pudiendo salir a la calle a entregar tan sólo pan para un niño... El desinterés por la infancia se volvió el problema de alguien más, total "uno puede vivir con la vida que eligió para él y sus hijos". Los dramáticos escenarios que aparentar ser apocalípticos son miniseries que los medios nos muestran a diario, en los que somos libres pensadores y periodistas de primera con la taza de café y el control en mano. Nos compraron en algún momento con fútbol, y discursos del dos por uno, porque creíamos que no los necesitabamos pero los desamparados si: hoy somos todos buitres arrepentidos. El desempleo crece y ya no es algo que le afecte a un sector fuera de edad - Entonces la desesperación nos vuelve críticos de los pibes que salieron a luchar con la izquierda. Sí, de seguro de esos vagos que le apuntaron a los cambios y forzaron las medidas antisociales. -
Con el tiempo nos convertimos en las mismas marionetas (pero sin valor alguno) que las de televisión. Y tornamos las redes diarios y radios de la desinformación solo por querer razonar con la ambición.
Y así está, una sociedad que quedó exluída de las acciones sociopolíticas por haberse dividido del interés común. Pesó más para nosotros el bombardeo político al que nos acostumbraron, que crecimos y terminamos jugando roles para los que nunca nos capacitamos. Creemos que somos capaces pero falta humanidad para entender que si algo no nos gusta, aún así puede beneficiar a los demás. Perdimos ese momento en donde lo políticamente incorrecto nos juntaba a razonar y ahora no hay mesas donde cenar.
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