La barca triste

La barca triste


Estaba parado allí, en algún lugar rodeado de gente que podría amar, aunque por dentro habitaba un vacío existencial aún quería contemplar la vida que de a poco me comenzaba a fastidiar. Entonces varado en la nada dónde el todo es caos y el silencio tristeza, decidí imitar el ruido de nuestras almas cuando se entrelazan y parlotean amoríos sin desencuentros temporales ni artilugios morales que instaran a dejar en desasosiego el goce de la confianza y la amistad. Pero no, no podía imitar la pureza del espíritu, lo impetuoso de su amor, ni el humanismo que crea en la consciencia. 

  Estaba ahí observando tus ojos empañados en verdades que oscilan el grito y el desahogo. Contemplaba el acto en silencio, tan rabioso y herido, por un momento era creyente y seguidor de ese calor que, con anterioridad, juraba tenerme al sostener mi mano. Estaba roto, en rotundamente roto...

  Había transcurrido tiempo con el cual me contentaba amorosamente conciente de una amargura jamás sentida, algo incoherente sabiendo que la persona que me concierne ser era lo más inestable e impredecible frente al tren de los sentimientos espontáneos. Luego de reconocer ese acto inhibidor de vida, tan cruel como las palabras que nacían de la lengua que solía manipular la mía, seduciendo e induciendo al juego bestial de la lujuria, estaba allí... Sintiendo la helada brisa de su aliento sin cuerpo, tratando de penetrar y atravesar algún ventrículo del pequeño corazón que ya confundido, temía ser asesinado como otras tantas veces, y ya no poder ser resucitado por la putrefacción que habitaba en mi cabeza, ya molida, cansada y llena de incoherencias. Reitero, estaba allí parado frente a ella tratando de responder con palabras del mismo calibre, desorbitado y débil, haciéndome cargo en silencio de todas esas acusaciones. Sí, yo era tal monstruosa persona, raro, inapropiado para la convivencia...

  El tiempo transcurre, el silencio es la paz que no existe, simulando que todo está en orden mientras compongo versos en mi mente que la aclaren, que deshagan los puñales e inventen más amor, y el amor no se inventa... El amor debe sentirse, y ahora que estoy apagado ya no se sienten las gotas de lluvia que golpean la chaqueta, que salpican en los hombres tan pesados hoy...

  Sigo abusando del tiempo sin importar las horas que transcurren, ella ya se ha ido. Paralizado del miedo ya no corrí tras ella, ya no quebré por ella. Ésta vez lloraba por mí, lloraba por ese vacío que dolía intensamente en lo más recóndito del interior del cuerpo dónde se cree habita el alma y la esperanza...

  Asustado bajo la lluvia de algún lugar del mundo; porque la casa ya no estaba, ya no sabía reconocer la habitación sin su aromatizante a limón, terriblemente horrible así, cómo las absurdas palabras que ridiculizaba al amor y a la vez profundizaba en nosotros cierta complicidad con la locura de los corazones. Deambulaba vagamente en partes porque no reconocía mi cara frente al espejo y tenía los pensamientos lejos de mi cabeza, estaba razonando la cura, tal vez la cura para su partida, o la que reinserte en vida los destrozos que había dejado su partida en mí. Pero estaba razonando. El filo de aquellas palabras habían desangrado más que mi cordura, rasgado más que mis entrañas, dolía tanto...

Anocheciendo bajo las pequeñas luces de aquél sendero, sí, me había propuesto andar de aquí hasta allá. Tratando de componerlo todo, tratando de alcanzar la calma, aunque ésta noche de tantas lágrimas llegué a convertir el sendero en altamar, y a los pequeños pasos en una barca sin destino. Llegaban las estrellas y anunciaban el carnaval, era verano en éste rato donde me supiste alguna vez amar. No quería perderlas como a tu luz de integridad, así que fuí observándolas mientras los párpados se caían y mis manos tratando de atrapar su brillo, se fueron cansando de nadar...


By Raiden

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